Por: Carlos A. López
Cronista Oficial del Orituco
La
gráfica muestra el frontis de una casa en ruinas que revela el poder económico
de su propietario original; está ubicada en la calle Rondón de Altagracia de
Orituco, al norte inmediato de la plaza Bolívar y, con vista hacia el Este,
entre la Julián Mellado y la Chapaiguana. Fue residencia del comandante José
María Rubín de Celis, un afamado caudillo conservador orituqueño de mediados
del siglo XIX, quien fue dueño-fundador de la hacienda La Rubileña cuya denominación
habría procedido del apelativo de ese jefe militar, quien acostumbraba asomarse
al balcón de su vivienda en los atardeceres, usando un gorro bordado en oro,
pues amaba demasiado el lujo, tanto que sus vajillas procedían de Europa, según
afirmación del cronista José Francisco Martínez Armas (1912-1996) publicada en su periódico Topano Nº 15 (Altagracia de Orituco, abril de 1966, p. 1), sin
mencionar la fuente. El godo Rubín Celis obtuvo el grado de general; fue
Ministro de Guerra bajo la Presidencia de don Manuel Felipe Tovar y la
dictadura del general José Antonio Páez, de acuerdo con lo dicho por el
académico José Antonio de Armas Chitty (1908-1995) en su discurso de
incorporación como individuo de número a la Academia Nacional de la Historia,
el 10 de enero de 1979.
Luego la hacienda pasó a ser
propiedad de un familiar de Rubín de Célis cuando este ya había fallecido; el
nuevo propietario fue don Pablo Sierra Rubín, quien estaba casado con una
sobrina de nombre Josefita Sierra, de cuya unión nació un solo hijo llamado
Pablo Antonio Sierra (Martínez: op. cit.).
La Rubileña estaba situada a nueve kilómetros, aproximadamente, al noroeste de
Altagracia; mantuvo su nombre hasta que su espacio fue uno de los utilizados
para la construcción del embalse Guanapito, inaugurado en abril de 1963 por Rómulo
Betancourt, entonces Presidente de Venezuela.
Al parecer, esa casa de alto perteneció en tiempos imprecisos todavía a
don Jesús María Mijares, un reputado y respetable ciudadano orituquense,
conforme lo dijo el poeta José Francisco Martínez Armas, citado por Pedro
Natalio Arévalo en su libro Calles,
sitios y aleros de Altagracia de Orituco (San Juan de los Morros, 2012, p.
109). En ella estuvo la fábrica de Colas El Polo, quizás en el octavo lustro de
la centuria XX, cuyo nombre habría derivado del apellido de su dueño, un
negociante llamado León Poleo nativo de Chaguaramas, estado Guárico; la
presentación del producto era en botellas, que vendían al mayor por sacos; así
lo informó en cierta ocasión el señor Nicolás Olivares (1920-2015) al autor de
esta nota. Allí funcionó también el Cine Ayacucho durante muchos años en el
transcurso del siglo XX hasta el decimoctavo quinquenio. Hacia la décima década
de esta última centuria sirvió de sede a una heladería, que cambió su nombre
comercial de Maquihelados a La Guariqueña por razones desconocidas. Ahora es
propiedad del Banco Agrícola de Venezuela C.A., Banco Universal, una entidad
financiera pública que adquirió el local mediante compra hecha el 22 de
septiembre de 2006 al señor Anastase Arapheilidis Anastasidis, cuya
españolización es Rafael Anastasio, un comerciante de origen griego
residenciado en Altagracia desde hace más de cincuenta años. Foto y comentario:
Carlos A. López Garcés; Altagracia de Orituco, jueves 5 de octubre de 2017.