jueves, 18 de enero de 2018

UN RESTO ARQUITECTÓNICO DEL SIGLO XIX EN ORITUCO

Por: Carlos A. López
Cronista Oficial del Orituco 
 
 
La gráfica muestra el frontis de una casa en ruinas que revela el poder económico de su propietario original; está ubicada en la calle Rondón de Altagracia de Orituco, al norte inmediato de la plaza Bolívar y, con vista hacia el Este, entre la Julián Mellado y la Chapaiguana. Fue residencia del comandante José María Rubín de Celis, un afamado caudillo conservador orituqueño de mediados del siglo XIX, quien fue dueño-fundador de la hacienda La Rubileña cuya denominación habría procedido del apelativo de ese jefe militar, quien acostumbraba asomarse al balcón de su vivienda en los atardeceres, usando un gorro bordado en oro, pues amaba demasiado el lujo, tanto que sus vajillas procedían de Europa, según afirmación del cronista José Francisco Martínez Armas (1912-1996) publicada en su periódico Topano Nº 15 (Altagracia de Orituco, abril de 1966, p. 1), sin mencionar la fuente. El godo Rubín Celis obtuvo el grado de general; fue Ministro de Guerra bajo la Presidencia de don Manuel Felipe Tovar y la dictadura del general José Antonio Páez, de acuerdo con lo dicho por el académico José Antonio de Armas Chitty (1908-1995) en su discurso de incorporación como individuo de número a la Academia Nacional de la Historia, el 10 de enero de 1979.

 

            Luego la hacienda pasó a ser propiedad de un familiar de Rubín de Célis cuando este ya había fallecido; el nuevo propietario fue don Pablo Sierra Rubín, quien estaba casado con una sobrina de nombre Josefita Sierra, de cuya unión nació un solo hijo llamado Pablo Antonio Sierra (Martínez: op. cit.). La Rubileña estaba situada a nueve kilómetros, aproximadamente, al noroeste de Altagracia; mantuvo su nombre hasta que su espacio fue uno de los utilizados para la construcción del embalse Guanapito, inaugurado en abril de 1963 por Rómulo Betancourt, entonces Presidente de Venezuela.

 

            Al parecer, esa casa de alto perteneció en tiempos imprecisos todavía a don Jesús María Mijares, un reputado y respetable ciudadano orituquense, conforme lo dijo el poeta José Francisco Martínez Armas, citado por Pedro Natalio Arévalo en su libro Calles, sitios y aleros de Altagracia de Orituco (San Juan de los Morros, 2012, p. 109). En ella estuvo la fábrica de Colas El Polo, quizás en el octavo lustro de la centuria XX, cuyo nombre habría derivado del apellido de su dueño, un negociante llamado León Poleo nativo de Chaguaramas, estado Guárico; la presentación del producto era en botellas, que vendían al mayor por sacos; así lo informó en cierta ocasión el señor Nicolás Olivares (1920-2015) al autor de esta nota. Allí funcionó también el Cine Ayacucho durante muchos años en el transcurso del siglo XX hasta el decimoctavo quinquenio. Hacia la décima década de esta última centuria sirvió de sede a una heladería, que cambió su nombre comercial de Maquihelados a La Guariqueña por razones desconocidas. Ahora es propiedad del Banco Agrícola de Venezuela C.A., Banco Universal, una entidad financiera pública que adquirió el local mediante compra hecha el 22 de septiembre de 2006 al señor Anastase Arapheilidis Anastasidis, cuya españolización es Rafael Anastasio, un comerciante de origen griego residenciado en Altagracia desde hace más de cincuenta años. Foto y comentario: Carlos A. López Garcés; Altagracia de Orituco, jueves 5 de octubre de 2017.