jueves, 21 de marzo de 2013

CRISTO, BOLÍVAR Y CHÁVEZ


CRISTO, BOLÍVAR Y CHÁVEZ

Carlos A. López Garcés

         El liderazgo puede ser entendido como un don que la naturaleza concede a determinadas personas, en quienes se desarrolla gracias a que son inteligentes, sensibles, visionarias, intuitivas, perspicaces, premonitorias, apasionadas, aplicadas, fervorosas, organizadas, precisas, oportunas, acertadas, impetuosas, hiperactivas, voluntarias, previsivas, disciplinadas, humildes, sinceras, perseverantes y otros dotes parecidos, que tienen la fortaleza de la virtud cuando son dispuestos para el beneficio de la humanidad y sobretodo de los desamparados.

            Líderes o lideresas con tales características se transforman en seres excepcionalmente extraordinarios y sus cualidades se agigantan, con dimensiones que traspasan los linderos de la infinitud, cuando están asociadas al amor puro y franco por los semejantes, a la solidaridad con los más necesitados y a la lealtad comprometida con el ideario libertador y justiciero. Este es el caso de Cristo, Bolívar y Chávez cuyos lideratos son comparables, porque aportaron sus virtudes para el servicio de la milenaria lucha contra la pobreza padecida por millones de seres humanos, que es la más larga y trágica conocida históricamente. Estos liderazgos se asemejan en la intensidad del magnetismo para atraer sentimientos encontrados, contradictorios, de amor y de odio en el momento que les tocó vivir. Los tres fueron amados por quienes comprendieron y respaldaron el sentido humanitario de sus propuestas de justicia social y fueron odiados por quienes vieron peligrar sus factores de dominación. Las clases dominantes los sometieron a perversas e intensas campañas de desprestigio.

Cristo fue víctima de la aversión popular, inducida con mucha habilidad por representantes del imperio romano, quienes optaron por aprobar en acto público, multitudinario y por decisión mayoritaria de los presentes, que fuese crucificado a cambio de liberar a Barrabás, cuya propuesta de combatir por la vía armada contra las injusticias sociales era mucho menos peligrosa para la estabilidad del gobierno, porque no tenía la popularidad ni la trascendencia política del discurso cristiano, y quien, sin embargo, había sido expuesto al escarnio público acusándosele de ladrón.

Bolívar, después de habérsele utilizado su talento militar para dirigir exitosamente la guerra de independencia contra la dominación colonial española, fue execrado por antiguos seguidores militares y civiles, quienes, sin el menor signo de pudor, se aliaron con aquellos que defendían iguales intereses económicos, sociales y políticos para agruparse en las llamadas oligarquías emergentes, con el fin de anular el proyecto  integrador bolivariano, aplicable a la imperiosa atención de los pueblos más necesitados. Lograron su propósito auxiliados con falsedades usadas para promover con destreza el culto engañoso a una personalidad de carne y hueso, que pretendieron deshumanizarla, mitificarla y endiosarla eternamente, cuyo pensamiento de transformación revolucionaria no dudaron en tergiversar y ocultar, obligados por el contenido de planteamientos razonables e indiscutibles en pro de la gente más urgida.

Chávez se instaló en el panorama político para rescatar el carácter humanístico del ideario bolivariano, orientándolo en dos direcciones fundamentales, ajustadas a las exigencias contemporáneas: primera, la construcción y consolidación de una patria republicana, democrática, autónoma, libre, independiente, soberana y socialista, como opción real para establecer un sistema de gobierno perfecto, generador de la mayor suma de felicidad posible, de la mayor suma de seguridad social y de la mayor suma de estabilidad política, que motive la formación y fortalecimiento de una sociedad donde predomine la justicia en todos sus ámbitos; segunda, la integración de países latinoamericanos y del Caribe, entre si mismos y con otras naciones del mundo saturadas de necesidades similares, con la finalidad de contrarrestar la empobrecedora dominación imperial estadounidense y equilibrar el ejercicio de la libertad e independencia absolutas, como principios elementales para conseguir la  autodeterminación de los pueblos. Estas orientaciones afectan gravemente intereses del capitalismo nacional e internacional y explican el odio que la alienación capitalista produce contra el chavismo y su máximo conductor. No obstante, Chávez ha comenzado a transitar por la gigantesca e imperecedera magnitud del liderazgo universal de los justos. No fue por casualidad que el secretario general de la Organización de Naciones Unidas (ONU), Ban Ki-moon, dijo el recién pasado miércoles 13-03-2013, refiriéndose a Chávez en el seno de esa institución internacional, que este ‘Fue uno de esos líderes que marcaron una diferencia en su país, la región y el mundo’.

Altagracia de Orituco, sábado 16 de abril de 2013.